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La esposa sorda

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Un tipo llama al médico de cabecera de la familia:

—Ricardo, soy yo: Julián.

—Ah, ¿qué dices, Julián?

—Mira, te llamo preocupado por María.

—Pero, ¿qué pasa?

—Se está quedando sorda.

—¿Cómo que se está quedando sorda?

—Y si, viejo, necesito que la vengas a ver.

—Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina

ni aguda, así que el lunes tráemela al consultorio y la reviso.

—Pero, ¿te parece esperar hasta el lunes?

—¿Cómo te diste cuenta de que no oye?

—Y... porque la llamo y no contesta.

—Mira, puede ser una pavadita como un tapón en la

oreja. A ver, hagamos una cosa: vamos a detectar el nivel de la

sordera de María: ¿dónde estás tú?

—En el dormitorio.

—Y ella ¿dónde está?

—En la cocina.

—Bueno, llámala desde ahí.

—MARIAAA... No, no escucha.

—Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por

el pasillo.

—MARIIIAAA... No, viejo, no hay caso.

—Espera, no te desesperes. Toma el teléfono inalámbrico

y acércate por el pasillo llamándola para ver cuándo te escucha.

—MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... No hay caso, doc.

Estoy parado en la puerta de la cocina y la veo, está de espaldas

lavando los platos, pero no me escucha. MARIIIAAA... No hay

caso.

—Acércate más.

El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una

mano en el hombro y le grita en la oreja: ¡MARIIIAAAA!

La esposa furiosa se da vuelta y le dice:

—¿Qué quieres? ¡¿QUE QUIERES, QUE QUIEREEEES?!,

ya me llamaste como diez veces y diez veces te contesté ¿QUÉ

QUIERES?... Tú cada día estás más sordo, no sé por qué no

consultas al médico de una vez..

 

Jorge Bucay

Recuentos para Demián

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