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El Perdón

El objetivo del presente artículo es hacer una descripción de este fenómeno desde una perspectiva psicológica, En todas las relaciones humanas existe la posibilidad de sentirse herido por la conducta del otro, ya sea por cuestiones pequeñas, como algo dicho sin pensar, o más severas, como una traición, situaciones que instalan, de manera más o menos explícita,

Este tópico cobra especial relevancia en las relaciones cercanas, como las familiares, de amistad y de pareja, en las que la presencia o ausencia del perdón puede tener repercusiones para la calidad de dichos vínculos.

Perdonar no quiere decir que olvidemos, porque hay que aprender de las experiencias y olvidar puede llevarnos a cometer el mismo error dos veces. Muchos no olvidan ni perdonan y viven sus vidas atados a los sucesos del pasado aunque sepan que el pasado no vuelve y que nada se puede cambiar.

 

El tema del perdón se presenta también con especial frecuencia en el ámbito psicoterapéutico.

Los terapeutas frecuentemente se ven involucrados en conversaciones que guardan relación con sentimientos de dolor y con el perdón en relaciones significativas: si perdonar o no a un padre que ha estado ausente, si perdonar o no a una pareja que ha sido infiel, escuchar que no se sabe cómo perdonar, o que no han perdonado alguna situación, alguna vivencia, por demás dolorosa, nos lleva a intentar describir, que es el perdón?

El perdón, por lo tanto, es la expedición de una obligación pendiente, de una ofensa recibida o de una pena merecida por la falta. Al perdonar se expresa la indulgencia, tolerancia o comprensión ante el error ajeno: “No te preocupes, te perdono. Quiero que todo vuelva a ser como antes”.

Perdonamos a quien nos ha hecho algún daño y nos produjo sufrimiento, y nos sentimos aliviados, cuando nos perdonan por haber causado un daño.

¿Por qué a veces nos es tan difícil dejar de estar enojados? “Porque nos parece que obtenemos algo al aferrarnos a la rabia. Estos beneficios, llamados ganancias secundarias, suelen ser inconscientes y tienen mucho poder hasta que tomamos conciencia de ellos y descubrimos formas de reaccionar más sanas.”

Hay quienes aprendieron a estar enojados como forma de adquirir más poder y dominio, cuando en el fondo se encubren sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, miedo. En tanto, algunas personas encuentran en el enojo el motor para el cambio, como algunos líderes políticos que transmiten un gran resentimiento. En realidad, el contacto con nuestra verdadera naturaleza nos impulsa a actuar con convicción, que es mucho más convocante que el rencor.

Otras ganancias secundarias podrían ser controlar a los demás –que se sienten culpables o asustados cuando otro se enoja–, evitar comunicarse en profundidad –por miedo a expresar lo que sentimos–, obtener cierta seguridad o protección –ya que los demás se mantienen alejados–, aferrarse a una relación con una persona –aunque haya una separación de por medio nos mantenemos ligados por el rencor–, culpar al otro de lo que nos pasa.

 

Algunas consecuencias de no controlar las emociones (en el proceso del perdón)

Entendemos los dolores sean estos físicos y morales, como señales de que las cosas no andan del todo bien. La ira, el resentimiento, la aflicción, la amargura, el rencor y el desengaño provocan estrés e impactan la salud del ser humano. El sentimiento de culpa también., una pauta para evaluar dichos sentimientos es cuestionar que nos proporciona dichos afectos? Nos hace bien? Cuál es su origen?

 

Cuando las personas recuerdan un episodio de desdicha o agravio aumenta la presión arterial, el pulso y el tono muscular. Mientras que al perdonar o sentirse perdonado, además de recuperarse los estándares normales de salud, las personas se sienten calmadas y tranquilas. Sin embargo, pese a que la reparación de relaciones dañadas es una de las motivaciones para buscar ayuda psicológica.

 

Nos atrae el estudio de dicho tema, ya que por un lado El perdón, sería clave para la comprensión de cómo las personas son capaces de mantener relaciones interpersonales satisfactorias Por otro lado, un grupo importante de estudios ha recogido evidencia acerca de la asociación entre el perdón y la salud, tanto física como emocional

El perdonar implica un descenso en la negatividad de los pensamientos, sentimientos y conductas hacia el ofensor Es decir, involucraría una disminución en el resentimiento hacia quien ha provocado el dolor. Podemos hablar que perdonar implica que la persona que ha vivenciado el dolor de una ofensa reconoce la naturaleza hiriente de esta y, aun a sabiendas de que la situación puede ser injustificada y la persona no merece ser perdonada, decide hacerlo.

Por otro lado, si bien el perdón sería un cambio que se produce en las propias emociones, pensamientos y conductas, razón por la cual tendría un carácter individual, es también, en otro sentido, interpersonal, dado en el que los roles ofensor-ofendido suelen ser intercambiables es común, que el ofendido viva ese rol, y el que ofende, no se sienta “ culpable” por haber hecho/dicho algo mal o con mala intención, esto nos lleva a que dichos roles se mezclen, y haya confusiones de quien se ofendió y quien ofendio. Es por lo que resulta complicado el tema. Así mismo, también es común el hecho de encontrarnos en la situación de sentir dolor porque a algún allegado o familiar le han lastimado, uno guarda “coraje, odio y/o rencor”, por aquella persona que hirió, que en ocasiones vivimos un dolor que no nos corresponde, y no perdonamos a tal persona, que tal vez ni conozcamos

El perdón puede aliviar el sufrimiento, pero en otros casos puede exacerbarlo cuando ocurre en un contexto opresivo o ante transgresiones graves que forman parte de un patrón de interacción estable, como es el caso de la violencia. si bien el perdón hace más probable la reconciliación, no desemboca necesariamente en ella: se puede permanecer en una relación sin que haya habido perdón o bien perdonar a alguien con quien ya no se tiene ningún vínculo, también se habla de un carácter unidimensional, es decir, si solo involucra un descenso en la negatividad de las emociones, pensamientos y conductas hacia el ofensor o si incluye, además, una dimensión de benevolencia, esto es, el desarrollo de sentimientos de compasión, empatía o incluso amor hacia el ofensor.

La inclinación en la motivación a evitar vengarse del ofensor sería suficiente para considerar que alguien ha perdonado a otro. Nos ponemos a pensar ¿el perdón incluye necesariamente sentimientos positivos hacia alguien con quien no se tiene ningún vínculo o cercanía afectiva? Como es esto.

En la calle, alguien nos ofende, llámesele automovilista, conocido de un conocido.. Que sentimiento nos despierta?.. Le das importancia o no?

 

Factores asociados al perdón

Para perdonar debe haber existido una ofensa y esta se da necesariamente inserta en un contexto; por lo tanto, la comprensión del perdón como fenómeno complejo requiere conocer aquellas variables asociadas al mismo.

Entre los factores que han mostrado relación con el perdón, se encuentran variables relacionadas con el que perdona, la ofensa, el ofensor y la relación.

Características del que perdona, se ha encontrado consistentemente que hay mayor disposición a perdonar cuando existen relación cercana con el que ofende a su vez esto nos lleva a pensar y decir, me duele porque me importa.

Características de la ofensa, se ha observado que el perdón sería menos probable mientras más severa es evaluada la “falta”

Características del ofensor, se ha encontrado que la humildad y las disculpas sinceras ofrecidas por quien ha ofendido harían más probable el perdón

Demográficamente, se ha mostrado que las mujeres perdonarían más que los hombres, por aquel pensamiento de que las mujeres “pensamos” más con el corazón, también vemos que el perdón aparece según la edad, a mayor edad, más fácil perdón; asimismo la aparición de hijos también favorece. Cuantas madres no disculpan al hijo por alguna falta?

El perdón, tal como se lo ha descrito, puede ser concebido como un constructo psicológico, pero también como una opción terapéutica para trabajar con el impacto que a corto y largo plazo provoca una falta. En primer lugar, permite generar reflexión y discusión respecto de un fenómeno que está de todas maneras presente en la vida cotidiana y, por ende, también en el ámbito psicoterapéutico.

Si bien, como hemos leído, el perdón favorecería a la salud emocional y física, mas no se puede afirmar que este traerá consecuencias positivas para todos los consultantes o en todas las situaciones. En lo psicoterapéutico, por lo tanto, se considera necesario evaluar caso a caso adoptar una postura generalista. Hacerlo sería sobre simplificar un tema que es de por sí complejo. Se estima que la concepción del perdón como una estrategia de afrontamiento, pero esto dependerá más bien de variables de cada persona y su sentir.

 

En efecto, los datos indican que quienes se empeñan en no perdonar son más propensos a morir de enfermedad cardíaca que las personas que aceptan que en la vida hay malentendidos y choques con los demás cuyos efectos se pueden neutralizar.

Otros expertos creen que el estrés producido por los rencores acumulados puede disparar o agravar problemas como dolores de cabeza y de espalda, úlceras, arrugas y debilitamiento del sistema inmunológico, con más predisposición a resfríos, gripes y otras infecciones. “No hay dudas de que aferrarse a resentimientos y pensamientos de venganza puede hacernos envejecer”

Cuando se abandona el rencor, también se alivia la ansiedad y el estrés, que nos devoran y causan enfermedades. Para hacer esto es preciso hacer algunos cambios en el tipo de pensamiento.

Pensar en el presente es bueno para curar las heridas emocionales. Cuando a los cuatro años un amigo nos quita nuestros juguetes juramos que lo odiaremos para siempre y que nunca más jugaremos con el; esta promesa se cumple durante diez minutos. Si usted está enojado por algo que ocurrió en el pasado, pregúntese para qué le sirve el enojo hoy en día. Si no esta mejorando su vida, no se detenga en la colera.

Al sufrir un delito, un problema sentimental o alguna otra situación en la que uno se siente impotente, es común que se instale el resentimiento. En estas instancias muchas veces se necesita perdonarse a sí mismo, porque uno tiende a culparse por lo que se podía haber hecho y no se hizo.

Recuerde un momento en el que se haya enojado. ¿Cómo se sintió? Cierre los ojos, respire hondo, relájese e introdúzcase en sus sentimientos. ¿Qué puede ver bajo su rabia? ¿Miedo? ¿Tristeza? ¿Inseguridad? ¿Desamparo? ¿Impotencia? ¿Desilusión? ¿Se siente herido o abandonado? Mire más profundamente, ¿qué hay bajo ese miedo, desilusión o tristeza? ¿Un pedido de atención? ¿Necesidad de respeto o de amor?

Recuerde a alguna persona con quien tenga dificultades para relacionarse. Piense en algo que desea recibir de ella: ¿amor?, ¿afecto?, ¿aprobación?, ¿consideración? Imagínese que está con esa persona, relájese, respire hondo, exhale… Dígale lo que desea: “…(el nombre), lo que necesito de vos es….y….(haga una lista hasta sentir que agota todas las posibilidades)”. Luego agregue: “…, ya no te hago responsable de darme…(todo lo que haya puesto antes)”.

Me siento herido, pero eso no significa que la otra persona sea mala o en verdad quiera hacerme daño. Simplemente la otra persona no conoce toda mi vida ni mi pasado, igual que yo no conozco el suyo, y no sabe lo que traigo guardado en mi historia personal.

El perdón no se pide, se da… Y la razón más importante para darlo es que me libero de una gran carga.

¿Qué prefieres? ¿Ser feliz o tener la razón?

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